Matías Viviano Andreani




----La economía cognitiva.


Aveces es un tanto más fácil perderse en la constelación de conceptos sobre bienestar personal que realmente vivirlos, es tanto más fácil conseguir información que sabiduría. Pero estar informados sobre el sendero que conduce al Cerro Uritorco no es lo mismo que caminar por él.

Sabiduría viene de la palabra Sabidor: Saboreador, a diferencia de Información que viene de la palabra Informatio(-nis) que viene a significar algo así como dar forma a la mente..

El advenimiento de la era digital trajo consigo un bombardeo de información constante que no es compatible con nuestra fisiología y corremos el riesgo de confundir el mero almacenamiento de datos con el conocimiento integral de las cosas, es decir, de confundir la información con la sabiduría.

Un reciente descubrimiento indica que sea cual sea la naturaleza de nuestro conocimiento (conseguida por medio de vivencias o por medio de los libros) siempre será suceptible a un fenómeno llamado <economía cognitiva>.

Para explicar brevemente de que se trata esta paradójica idea. La economía cognitiva es un -modus operandi- un mecanismo, que nuestro cerebro cimentó durante el paleolítico, sin el cual las grandes migraciones de la humanidad habrían perecido en su cuna y como especie no hubiésemos podido sacar los piés del denso barro de la sabana africana. Este mecanismo cerebral realiza un gásto energético extra en adaptar cualquier nuevo aprendizaje que se pueda adquirir, a los esquemas que aprendimos en el pasado sin importar que algunos de ellos sean perjudiciales para el Sapiens. Esto que en épocas de escasez resultó ser productivo para el funcionamiento integral de nuestra biología es visto por algunos profesionales en el campo de la psicología como un atavismo ya cuasi perjudicial.

Creo que meditar sobre esta leve inclinación conservadora de nuestro cerebro sin perder de vista que no se trata de algo determinante, puede ayudarnos a ser más pacientes con nosotros mismos de cara a cualquier nuevo aprendizaje que nos propongamos.

Como seres humanos estamos repletos de atavismos biológicos, y la "Economía Cognitiva" no es ni buena ni mala por sí misma. Simplemente está ahí.


Dato curioso:

En la naturaleza existen muchos ejemplos de animales perjudicados por mecanismos evolutivos que al comienzo les fueron beneficiosos, las abejas son un ejemplo extremo de ello: mientras la globalización avanzó a pasos agigantados nuestras polinizadoras favoritas desarrollaron una admirable resistencia al agua clorada que les permitió vivir el suficiente tiempo para avisar a sus compañeras de colmena sobre la dirección y distancia del pozo. Lastimosamente esto aniquiló a millones de colonias. Algo que podría haberse evitado de no ser por esa mejora evolutiva. Quizás los ateos tengan razón al decir que la evolución es miope, o quizás no, ¿quién sabe?.



----El malestar


Algunas personas creen muy fielmente que sufrir las posiciona por encima de los demás, pero no cualquier dolor enriquece. 

Hay quienes buscan encarnar el dolor en sus vidas, volviéndolo parte de su mismísima identidad, y muchos suelen ver esa actitud como un acto de rebeldía, pero <no cualquier dolor enriquece>


Dedicar algo de tiempo a sentir los malestares que nos aquejan es indispensable para el bienestar. Una dificultad en esta labor está en no dañar a nuestros cercanos ni a nosotros mismos en el proceso. Para eso debemos ser como el perro que se retira a un rincón a lamerse las heridas, en soledad. ¡No es de extrañar que los paliativos que se nos ofrecen para evadir el sufrimiento son los mismos que se nos ofrecen para evadir la soledad! Sin embargo ¿quién recurriría tan a menudo a esas evasiones si supiese las recompensas que conlleva hacernos cargo de estas experiencias personales? Apuesto a que nadie lo haría.


Efectivamente ningún ser humano está excento de sufrir. Sea cual sea el tipo de sufrimiento al que nos enfrentemos, lo que determina que lo trascendamos es el modo en que nos enfrentamos a él. El llanto es un mecanismo de drenaje natural, y como veremos en el capítulo de -la soledad- algunos procesos de dolor como el duelo no deberían ser desestimados, el sufrimiento en algunos casos es un modo natural de vaciarse y cada uno tiene su propia manera de hacerlo. 


Es sorprendente el poder que tiene el cuerpo humano para recuperarse de algunos procesos sumamente dolorosos, ¡y algunos de ellos provocados por él mismo!. Conocí personas que durante años retroalimentaron sus historias traumáticas, girando cual ouroboros alrededor de un acontecimiento desagradable, encontraban un raro placer al hacerlo, y de pronto desandaron su propio camino hacia la curación.

Tendemos a pensar que así como la evolución avanza de forma escalonada y a travez de pequeños cambios, los procesos personales también lo hacen, pero no siempre es así. Algunas veces basta con un pequeño salto de fé para des-identificarnos de lo que sea que nos haya ocurrido, por doloroso que sea.



-----La soledad


Basta con ver los sinónimos de esta polémica palabra para comprender por qué tanta gente hulle despaborida de ella. 

Los sinónimos de soledad: (según Google) aislamiento, abandono, retiro, incomunicación, separación, desamparo, encierro, clausura, destierro.. melancolía, nostalgia, añoranza, tristeza..

Como dijo Orwell, el lenguaje crea realidades...

Ya es un cliché decir que la modernidad mediática nos vende innumerables paliativos contra la soledad. 

La verdad es que no todas las soledades son iguales. Existe <La soledad reactiva> que es a la que se recurre ante la imposibilidad de estar bien con los demás. <La soledad impuesta> es la que nos sobreviene ante la abrupta ausencia de un ser querido. <La soledad pro-activa> es a la que se accede esporádicamente y de manera voluntaria. Creo que la soledad pro-activa es la que más necesitamos, es casi una condición sine qua non para el bienestar.


En efecto, cuanto más sabemos disfrutar de nuestra soledad más podemos valorar la compañía de los demás.

Sin embargo no hay que olvidar que el ser humano evolucionó como animal gregario. Nuestro cuerpo genera cortisol (la famosa hormona del estrés) al pasar grandes períodos en soledad. Así que no hace falta caer en extremos monacales para sacarle provecho a nuestra soledad. (monje viene del griego monachós que significa solitario)


Como vimos, la lista de sinónimos de esta polisémica palabra "soledad" no son muy amigables, pero ¿acaso son del todo erróneos?

Desde hace mucho tiempo que en las cárceles penitenciarias se suele aislar a los reclusos con mal comportamiento, y en relación con esto la ONU decretó no hace mucho que un aislamiento mayor a quince días podía causar trastornos irreversibles en los reos, trastornos como depresión, ataques psicóticos, paranoia, y ansiedad estaban en la lista de enfermedades irreversibles.

En síntesis el ser humano no está diseñado para la soledad, pero necesita reconciliarse con ella si quiere ser feliz. En general las personas esperamos a que nos sucedan acontecimientos traumáticos para encargarnos de nosotros mismos, se dice que "somos hijos del rigor" pero este rigor que se nos impone podría ser mucho menos traumático si lo asumiéramos desde el principio cultivando nuestra soledad de forma proactiva y eventual. Una célebre frase del Dalai Lama versa: "Coopera incondicionalmente con lo inevitable" y efectivamente, la soledad es inevitable.


Cualquiera que haya vivido una separación amorosa comprende que el momento de duelo es por antonomasia el período donde la soledad se vuelve más necesaria, sin embargo es precisamente el período en donde más se nos incita a evadirnos. Se nos incita a parchear el dolor con salidas sociales, fármacos y con un tsunami de estímulos en línea.. La mayor parte de las veces estas incitaciones son hechas por la gente que más nos aprecia, y están llenas de buenas intenciones. Pero seguir ciegamente esas incitaciones es arriesgarse a perpetuar el proceso, y a que se torne más difícil concluirlo. Está claro que cuando el dolor es muy intenso el apoyo de las amistades no viene mal, pero en estos casos, se trata de una muletilla temporal.


Quizás buena parte de los estigmas contra la soledad no se traten de un desprecio al individuo, si no de una defensa contra el solipcismo ya que el repudio social al aislamiento es en parte lo que impidió la atomización de las sociedades. Sin embargo (así como veremos en el ejemplo de la <economía cognitiva>) existen momentos en los que un mecanismo que de buenas a primeras resulta beneficioso puede tornarse en un arma de doble filo.

Cuanto más sabemos disfrutar de nuestra soledad más podemos valorar la compañía de los demás, y el hecho de que que una práctica tan provechosa pueda ser vista como un tema taboo es algo que no debemos permitir.




----La conexión con la naturaleza


Observar la naturaleza, y contemplar la simplicidad de sus procesos es una de las actividades más provechosas que existen en tema de bienestar personal. 

Un místico decía que si los árboles se resistiesen a perder sus hojas durante el otoño no podrían florecer durante la primavera por que estarían muy ocupados yendo a terapia. El lector podría objetar que los árboles no tienen psique, y que poder acceder a los servicios de la terapia debería ser un derecho, y el lector estaría en lo cierto. Pero no podemos negar que se desperende una valiosa enseñanza de esas palabras.

Observar la naturaleza, y contemplar la simplicidad de sus procesos es una de las actividades más provechosas que existen en materia de bienestar personal. No hay mucho que escribir sobre este punto, se trata simplemente de llevarlo a la práctica. Se trata de conectarse con la naturaleza.

Bueno, si a usted lo primero que se le viene a la mente cuando lee "conexión con la naturaleza" es un manantial de agua cristalina con violonchellos sonando de fondo, puede que haya tornado un tanto inaccesible una experiencia que en absoluto lo es. Existen muchos placeres que son imposibles de disfrutar sin dinero pero conectarse con la naturaleza no es uno de ellos. Sentir el viento o contemplar las plantas es gratis. Ir a nadar al río o disfrutar de una caminata bajo el sol es gratis.


Apartarse a espacios verdes e inóspitos alejados de cualquier ciudad facilita mucho esta experiencia. 

Y sí... Es cierto que la ciudad no está separada de la naturaleza. Después de todo por más contaminante que pueda ser el centro neurálgico de New York, su cemento proviene de la piedra caliza, sus luces son producto de combustibles fósiles, o en el caso de las energías renovables, son productos de las brizas del viento, o de una correntada de agua, pero la conexión con la simplicidad de los procesos naturales puede ser mucho más fácil al alejarnos de la ciudad..


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